La economía argentina, desde el punto de vista del agro, enfrenta dos grandes problemas.

El primero de ellos es el de la rentabilidad para el agricultor y, en consecuencia, para todos los eslabones correspondientes.

La cuestión de la rentabilidad tiene dos orígenes. El primer viene del exterior: el precio internacional de la soja sigue en baja.

Una de las razones de este comportamiento es resultado de la mayor competitividad del sector exportador brasileño, donde la economía está sometida a una seguidilla de devaluaciones del real en términos de dólares.

Desde fines de marzo, el dólar viene en suba, como lo muestra el gráfico que sigue:

Es cierto que, en este lunes, hubo una suave baja, pero la tendencia es de firme declinación en el valor del real. Así, la depreciación del real patea en contra del precio internacional.

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Otro elemento de peso es el avance de la cosecha en Brasil y en la Argentina. La cosecha es apreciada por los mercados como buena.

En cuanto al país, es decir a la política cambiaria, el tipo de cambio real para la oleaginosa es claramente desfavorable.

Ajustado por inflación (IPC) y tomando en cuenta los derechos de exportación, se halla muy bajo, en niveles similares a los del comienzo de la pandemia.

Por tales razones, las ventas de soja, hasta el momento, se concretan solamente por necesidades financiera o comerciales. Casi sin excepción.

Ello está provocando que la entrada de dólares sea menor a la estimada por el gobierno.

Este es un inconveniente grave para el gobierno.

En cuanto a lo ocurrido en el primer día de la semana, hay que destacar un ambiente más optimista en Chicago, ya que la mejora para mayo fue de USD 3,85 y para julio, de USD 3,95.

¿Cuál sería la razón?

Se registraron más compras de oportunidad, por parte de los inversores, quienes mantienen una posición vendida muy elevada. Inusualmente alta.

Además, la citada leve revaluación del real brasileño fue otro factor de presión alcista.

A ello, hay que agregar la falta de humedad que sufre el oeste y sobre el norte del cinturón sojero/maicero estadounidense en plena etapa de siembras que actúa como trampolín sobre los precios.

Veamos el índice de sequía de Palmer (Palmer Drought Index), un índice que mide el nivel de sequía a partir de la precipitación y temperatura reciente.

Para finalizar, un comentario positivo para el país: la falta de humedad en el Medio Oeste tiene posibilidades de acentuarse. Algo bueno para los precios.