En el marco de la campaña de control de la Lobesia botrana, el ingeniero agrónomo y vicepresidente del Senasa, Guillermo Rossi, habló en Radio Télam, sobre las tareas de prevención y erradicación de dicha plaga, que el Organismo lleva a cabo en la región de Cuyo a través del Programa Nacional de Prevención y Erradicación de Lobesia botrana.

En lo que respecta al control de la plaga, el vicepresidente del Senasa informó que el Organismo gestionó la compra de difusores de feromonas para implementar la Técnica de Confusión Sexual con fondos del Ministerio de Agroindustria de la Nación y de la provincia de Mendoza. A su vez, en conjunto con ISCAMEN en Mendoza y gobierno de San Juan, realizará la entrega y asistencia a productores de vid para controlar más de 21 mil hectáreas durante la presente temporada.

Rossi contó que la Lobesia botrana, más conocida como polilla de la vid por atacar principalmente esa plantación, es una plaga cuarentenaria, que genera un impacto económico negativo sobre la producción y sobre la comercialización, y que “no está presente en la totalidad del país, sólo en algunas zonas donde se encuentra bajo control”.

“La Lobesia botrana ingresó en el 2010 en Mendoza” subrayó Rossi, y detalló que “creemos que fue a través de maquinarias, cosechadoras, o herramientas utilizadas en la producción de vid, desde Chile”. “El año pasado se detectaron los primeros focos en San Juan”.

La técnica de confusión sexual debe ser utilizada en bloques para que genere una nube de feromonas homogénea con el propósito de evitar la cópula entre machos y hembras. “De esa manera se logra que haya una baja propagación de la plaga debido a menos generaciones”, resaltó Rossi.

El vicepresidente del Senasa explicó que, a pesar del alto costo de los difusores, “es conveniente su utilización así como aplicar medidas de control del movimiento de fruta, mosto y equipos, porque adicionalmente al daño que produce sobre la producción, perjudica el ingreso a los mercados. Es importante avanzar con el control de la plaga ya que puede llevar al cierre de mercados de uva fresca como de otras frutas, o que los países nos impongan requisitos fitosanitarios que encarezcan la exportación”. Y agregó: “Tratamos de lograr el fortalecimiento de las economías regionales, con una producción competitiva ante otros países productores del mundo”.